Ni siquiera el viento pudo contener el vendaval de rueda y emociones que sacudió ayer Sot de Chera. Más de seis centenas de personas decidieron tomar la bastilla sotera y alzarse contra esa enfermedad occidental llamada rutina y los que confunden ocio con desabrimiento o tardes de sofa y tiví.
Porque hay acontecimientos que consiguen reunirnos con esta extraña y caprichosa raza humana. Hay días que las metas no parecen tan lejanas si al lado hay alguien que está dispuesto a acompañarte hacia ese sueño. Hay domingos que deciden no ser depresivos, ni largos de noviazgo; y se empeñan en ponerse el sombrero de lado, invitarte a una copa y conquistarte durante unas horas.
Sería sencillo hablar de maillots, puestas a punto y bebidas isotónicas. También sería incompleto. Porque ayer fue una carrera de bicicletas, pero fue sobre todo una carrera de emociones. De sentir que, en el fondo, no somos tan distintos; que un ser humano puede mirar directamente a otro a los ojos y entenderse; que las civilizaciones son un invento de alguien que, sin saber por qué, pretende enfrentarnos.
Porque hay acontecimientos que consiguen reunirnos con esta extraña y caprichosa raza humana. Hay días que las metas no parecen tan lejanas si al lado hay alguien que está dispuesto a acompañarte hacia ese sueño. Hay domingos que deciden no ser depresivos, ni largos de noviazgo; y se empeñan en ponerse el sombrero de lado, invitarte a una copa y conquistarte durante unas horas.
Sería sencillo hablar de maillots, puestas a punto y bebidas isotónicas. También sería incompleto. Porque ayer fue una carrera de bicicletas, pero fue sobre todo una carrera de emociones. De sentir que, en el fondo, no somos tan distintos; que un ser humano puede mirar directamente a otro a los ojos y entenderse; que las civilizaciones son un invento de alguien que, sin saber por qué, pretende enfrentarnos.
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